El dolor de espalda es una de las principales causas de baja laboral e incapacidad. En función del grado puede llegar a afectar gravemente la calidad de vida de la persona que la padece. Actualmente, se conocen múltiples causas que lo propician algunas leves, como contracturas musculares, y otras más graves, como tumores, infecciones, fracturas, pérdida de fuerza (o parálisis) y otras alteraciones neurológicas relacionadas a una posible lesión medular o nerviosa.
¿Qué es el dolor de espalda?
El dolor de espalda es un dolor situado en algún área de la columna vertebral cervical, dorsal o lumbar. En ocasiones, esta molestia se concentra en la parte central de la espalda y en otras se extiende a las extremidades inferiores, en este caso le llamamos ciática, o a las extremidades superiores, que denominamos cervicobraquialgia. Sus causas más comunes son las hernias o protrusiones de los discos intervertebrales.
Actualmente es un problema de salud tan extendido que se puede afirmar que quien no ha sufrido nunca dolor de espalda lo sufrirá en algún momento de su vida. Sin embargo, hay que distinguir entre el dolor de espalda banal del que no lo es. El primero se desencadena a raíz de un esfuerzo o una mala postura, su duración es de pocos días y tal y como ha aparecido se va, y el último puede ser señal de un problema grave de salud.
¿Cómo detectan los médicos estos problemas graves de salud?
La principal herramienta de la que disponen los especialistas en Neurocirugía en la detección del dolor de espalda es la historia clínica del paciente y, en concreto, la exploración neurológica junto a los estudios adicionales necesarios. Debemos estar entrenados para ver las “banderas rojas”, es decir, aquellos signos de alarma que ayudan a identificar si el dolor de espalda esconde otro problema de mayor gravedad. Por ejemplo, situaciones como la pérdida de peso sin causa justificada, el dolor nocturno, los antecedentes personales de cáncer, de osteoporosis o de infecciones recientes, entre otros.
¿Qué solución obtienen los pacientes que sufren un dolor de espalda incapacitante sin ser por una causa grave?
En primer lugar, es imprescindible realizar el diagnóstico con la mayor precisión posible a través de una evaluación global de la columna vertebral y del equilibrio, además de una evaluación específica del área perjudicada. En estos casos, la causa suele ser el desgaste, artrosis de la columna vertebral o un trastorno miofascial, es decir, de los músculos y tendones de la espalda.
Concretar su causa no resulta una tarea fácil. Incluso hoy, con grandes medios técnicos disponibles, en algunas ocasiones no es posible especificar una causa del dolor de espalda. A veces, el dolor es toda la enfermedad y, visto que el envejecimiento habitual se acompaña de cambios estructurales degenerativos en la columna vertebral, se suelen presentar dilemas diagnósticos de gran complejidad.
¿Qué resultados ofrece la cirugía?
Operar suele ser parte de la solución en las enfermedades más graves de la columna vertebral, además de en un grupo rigurosamente seleccionado de pacientes con enfermedades degenerativas de la columna vertebral.
¿Qué técnicas se aplican?
La parte más importante de la cirugía es la indicación y la planificación. El tipo de cirugía que llevan a cabo los neurocirujanos es personalizada, se podrían comparar con los antiguos sastres, se hacen trajes a medida para los pacientes, son modelos únicos.
Para ello se ha incorporado, en los últimos años, la tecnología más avanzada y todo tipo de técnicas mínimamente invasivas con el pilar fundamental de la microcirugía, la técnica por excelencia en Neurocirugía.
¿Qué eficacia en el tratamiento cumplen otros ámbitos como la fisioterapia, la rehabilitación, la osteopatía, la acupuntura, el pilates o la ozonoterapia?
Como en otros aspectos de la vida, no se puede generalizar de esa manera. El trabajo de los rehabilitadores y de los fisioterapeutas, a menudo es el punto más importante del tratamiento. Respecto a otras disciplinas existe mucha variabilidad y al no estar dentro del campo científico resulta difícil constituir su eficacia. Una recomendación razonable y prudente es no iniciar ningún tratamiento sin haber realizado previamente una evaluación o chequeo médico por parte de un Neurocirujano o especialista en enfermedades de la columna vertebral.
Finalmente, cabe destacar que la relación médico-paciente debe ser estrecha. Los especialistas deben tener la capacidad de detectar estos problemas y los pacientes deben consultar a su médico cualquier duda, de lo contrario las consecuencias pueden ser irreparables.
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